Es Semana Santa. Son obligados unos días de asueto, de esparcimiento, sobre todo por parte de los que viven en grandes capitales y que, con el tiempo más que propicio, van buscando la playa. La playa de Benidorm. Un titular decía que “en Benidorm no cabe un alma”.
Así es. Turistas por todas partes, sobre todo nacionales, que dejan unas buenas divisas para la ciudad, estupendo dato si no fuera porque también dejan suciedad, arman jaleo y colapsan las calles y carreteras. Restaurantes y diversión, playa y alegría en contraste con la austeridad de la Pascua y de las procesiones. Y, cuando empiezan a marcharse los turistas de nuestra ciudad, comienzan mis merecidas vacaciones, seis días de viaje por alguna zona de España. Atrás he dejado conciertos de la coral y de la rondalla manchega, y algún teatro que otro. Y, cuando regrese, me esperan más ensayos, más teatros ( el estreno de “Hamlet”, por ejemplo, el 27 de abril en el Centro Cultural de la Avenida de Europa), más serenatas (cantar los “mayos” a la Cruz y a la Reina y damas de las Fiestas Patronales) y más ensayos de la Coral (estamos preparando un estupendo concierto de boleros, que tendrá lugar a principios de julio en el salón de actos de nuestro ayuntamiento). Ahora, a disfrutar, unos en Benidorm y otros en diferentes lugares de España y del extranjero. Ah, y cuidado con el alcohol, con la velocidad, etc. ¡Que nos jugamos mucho!
Manuel Palazón
