“Entre la Nochebuena y la Nochevieja” por Manuel Palazón

“Llega llega la Navidad y esta noche reina la paz”: villancicos, felicitaciones, comidas y polvorones; árbol de luces y pesebre; aguinaldos, reuniones familiares y cenas de empresa. Vacaciones para unos, días sueltos de permiso para otros, trabajo continuo para la hostelería.

Muñecos de nieve y esquí en las montañas, sol y baños de mar en el Mediterráneo. Y la DGT que acecha. “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más”. Y llega la noche más larga del año, para culminar el día de San Silvestre, no porque haya menos horas oscuras, sino porque la gente trasnocha más y duerme menos: baños en aguas gélidas, tardeos, abuso de bebidas alcohólicas…

Y en medio de la semana, el Día de los inocentes, en recuerdo a la matanza decretada por Herodes para eliminar al Niño Jesús (también se le llama inocente al que se deja engañar, al que le gastan bromas, acepción más parecida a ingenuo). Hablando de matanza, es la época de dar muerte al gorrino, base otrora de la economía familiar en todos los pueblos de España.

Pasada la noche más larga del año, a partir de enero vemos cómo los días sensiblemente se alargan, superamos como podemos la cuesta de enero, hacemos planes engañosos para perder unos kilos y llevar una vida más sana. “Ya viene la vieja con el aguinaldo; ya vienen los Reyes por los arenales”, dice la canción, con la esperanza de que el Niño se manifieste más generoso en el asunto de la lotería.

Y para compensarnos de la fugacidad de estos días decimos: “Hasta San Antón Pascuas son”, y empezamos a desmantelar los belenes y a guardarlos en el desván hasta el año siguiente.

Manuel Palazón