Aglomeraciones
Por fin. Después de casi tres años de restricciones, hemos vuelto caso a la normalidad. El sábado pasado asistí a las fiestas de San Antonio Abad en la Ermita de Sanz: cientos de personas participaron en la ofrenda de flores al santo, escucharon el pregón de Jaume Ripoll y las tradicionales copletes, en esta ocasión dedicadas a San Antonio; finalizó la jornada con la estampeta, un castillo de fuegos artificiales y una generosa picaeta; al día siguiente tuvo lugar la misa y la bendición de los animales.
Aglomeración de gente de la huerta y de las principales comisiones festeras de la ciudad; muchos benidormenses y algunos visitantes. El domingo por la mañana tuve que pasar por las inmediaciones del mercadillo Pueblo; cientos de personas, en esta ocasión abundaban los residentes extranjeros, recorrían sus calles a la busca de muy diferentes artículos. Colorido y animación, como debe ser. Ese mismo domingo, por la tarde asistí a la representación de dos zarzuelas famosas en el Teatro Principal de Alicante: “La canción del olvido” y “La viejecita” (recuerdo para quien no lo sepa que la zarzuela es un género musical español, mezcla de diálogos, intermedios musicales y partes cantadas; la zarzuela es popular, es comedia y “se entiende”; por su parte, la ópera es un género musical enteramente cantado, en alemán o italiano, de lenguaje sublime y argumento y desenlace dramáticos; y si no conoces el argumento, no te enteras de nada). Pues bien, otra aglomeración, que yo la llamo de los nostálgicos, pues es gente mayor, todos españoles, que se saben las zarzuelas de memoria y que no se pierden una. En resumen, aglomeraciones de índole muy diferente que indican la vuelta a la normalidad. Y que dure. Hay muchas más aglomeraciones, concentraciones y eventos que tienen que ver con la música, el deporte, los congresos. Lo dejamos para otro día.
Manuel Palazón